Mario Monrós, Socio Director de Tactio España, nos habla sobre los costes en ascenso y eficiencia
Nadie puede esperar nada bueno de una crisis de dimensión mundial. Lo máximo que uno puede hacer es intentar protegerse y aprovechar las oportunidades que surjan, una vez superada la situación. Lo malo es cuando, detrás de una recesión, en plena remontada, llega otra.
Tras el gran impacto mundial provocado por la Covid-19, las empresas iniciaban el camino de la recuperación económica con dos malas noticias: la primera, el incremento incesante de los costes de suministros y energéticos en general, que se trasladó rápidamente a un IPC desbocado; la segunda, la demora de las prometidas ayudas de los Fondos de Recuperación, que no terminan de llegar y, en muchos casos -pymes, por ejemplo-, ni se las espera.
Con este panorama, ha llegado la crisis de Ucrania y, con ella, unos impactos encadenados que suponen un auténtico mazazo a las expectativas de recuperación previstas, con nueva presión sobre costes, que se están disparando de manera desbocada. La temida estanflación provocará graves problemas en la oferta y la demanda, con especial impacto en las expectativas de las pymes, muchas de ellas sin red salvavidas para hacer este viaje.
Cada empresa es una realidad distinta y ya ningún empresario se refugia en el “mal de muchos”. Cuando no se puede trasladar el incremento de los costes a los precios de venta para no perder el cliente -siempre habrá quien le venda más barato-, no queda otra alternativa que buscar mayor eficiencia. No hay regulación ni decisión de ámbito asociativo, institucional, de carácter público o de mimetismo con el entorno que pueda suplir la necesidad de gestionar los destinos de cada realidad empresarial. Esto lo sienten la mayoría de los empresarios, que ya estaban inmersos en ello mientras salían de la crisis pandémica.
La consigna para estos casos es que no hay receta genérica. Son malos tiempos para prevenir y curar. Quien tenga margen para ello, debe aprovecharlo ahora. Quien viaje sin red, tiene que acertar. Quedarse quieto puede ser la peor de las decisiones.
Estudiar todas las opciones es algo que requiere participación, escucha activa, análisis de todas las simulaciones y encarar los escenarios que se demuestren más eficientes.
Hay un principio que reza: “Todo en una empresa es susceptible de mejora”. Hoy, es más vigente que nunca.
